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El significado oculto de los espacios en blanco

-Quisiera contarte un sueño que me angustió. Pero hay un problema: no lo recuerdo, le dije aquella mañana al psicólogo.

Pensé que haberlo olvidado -intuía un “mecanismo de defensa”, en nuestra lógica freudiana- era un factor insoslayable, no había forma de reconstruirlo.

-Contame, entonces, cualquier sueño que imagines, me respondió.

Quedé desconcertado. Tomé la posta y esbocé lo que me pedía. Fue una buena sesión que me dejó una enseñanza: habrá recuerdos “objetivos” pero también están los que fueron cincelados a través de los días o de los años por nuestra imaginación y nuestros filtros. Son igualmente válidos, hablan también del yo profundo.

Ese es el valor de la nota de hoy. Poco importa si el autor perdió la memoria por el golpazo que recibió en la escuela o porque necesitó poner la mente en cero después del otro golpe, el de la separación de sus padres. Lo esencial pasa por el significado que le dio a esa perdida.

Es extraño cómo la historia personal da y quita sentido a las cosas. Conservo un par de imágenes potentes que así quedarán en mi memoria: el primer día que tuve tarea en la escuela (escribir palotes) y cómo, orgulloso, se la mostré a una vecina o aquella vez que vi mi nombre debajo de una crónica en un diario de Rosario. Curioso, las dos tienen que ver con la escritura. Hay otros momentos, en cambio, que se desdibujan. Por ejemplo, cuando me fui a vivir solo. Lo ansiaba, soy de una generación en que uno luchaba por ser independiente desde joven. Tengo presente, claro, el departamento, su mobiliario de caña pero no esas horas inaugurales apenas llegué (pese a estar celebrando un paso trascendente: diseñar mi propia vida).

No me acuerdo de mis cumpleaños de chico. ¿En casa? ¿En un club? Pero sí me acuerdo de cada detalle del nacimiento de mis hijos. Y tengo difuso, en cambio, su primer día de jardín: se mezclan todas las horas de adaptación.

Somos un mapa interactivo, nuestros planes a futuro se basan, muchas veces, en los anhelos que creemos sostener. ¿Habrán existido de verdad? ¿O los inventamos para sentar las bases de algo nuevo?

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